Mi celular timbró y mis ideas se colmaron de ruido. Contesté para descubrir que mi interlocutor me invitaba a echar la fiesta en casa de Canti. Whisky barato y otros entes para sopesar las nostalgias vividas con reciencia.
Sorprendido de infamia, descubro que mi día está terminando con mis interiores burbujeando embriaguez. Madrugada por ahí de las cuatro. Los ojos son desafiados por la gravedad y pierden la batalla a cada guiño. Clamor de cama y cobija, entre el sueño y el mal clima.
Guadalajara sigue igual. Tanta fiesta bajo anuncio constante y manifestación súbita. Hígados que a puñetazos al vientre nos amenazan de muerte. But this is life. Yo, conejo publicitario de batería infinita, sigo y sigo y sigo.
Dejaré de fumar muy pronto... Aunque siempre diga lo mismo. ¿Si se ve cómo Guadalajara sigue igual? Todavía espero el día en que me den ganas de dejar el vicio. Ya los cigarros me son hielera de pescador con todo y el aroma. Aquel admirable sentido del gusto abandona las glándulas de mi lengua y el olfato de canino ya no lo es más. Adiós carrera de catador de vinos.
Marqué a lo de los pasaportes. Sacar la visa y trip. El viernes a las nueve y media. Canadá se perfila como un buen lugar para ganarse la vida unos meses y después transbordar a Europa en un afán por hacer lo que alguna vez intentó Napoleón: La Conquista. Con esperanza de que nadie muera en el acto y no en una ambición absurda y violadora de derecho humano, sino la conquista de la sobrevivencia propia con tintes de decencia, si acaso ésta última es recuperable.
Se acabó una era y empieza otra. Ancío ese momento en el que lo onírico y guajiro se citen para tomarse unas cervezas en la realidad, y yo se las piche.
1 comentario:
no alcanzo a salir el video de las galletas marias jajaja, que padre noche...! que bellos recuerdos
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